Jesús como Sumo Sacerdote, realizó durante toda la vida su obra sacerdotal: la santificación-salvación de los hombres para la gloria del Padre; obra cuyos postreros acontecimientos fueron la última cena, la pasión, la muerte, la resurrección y la ascención. Hoy Jesús resucitado sigue ejerciendo su Sacerdocio en la Iglesia y con ella, en especial mediante la Eucaristía, que actualiza continuamente la última cena, la muerte y resurrección de Cristo. En la Eucaristía Jesús comparte su Sacerdocio con los fieles, mediante el sacerdocio bautismal, y con los pastores, mediante el sacerdocio ministerial. El Vaticano II afirma en la Lumen Gentium: “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial… participan a su manera del único Sacerdocio de Cristo” (LG 10); “Los fieles… participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella”(LG 11). Los fieles deben ser catequizados sobre sublime privilegio del sacerdocio bautismal, para ejercerlo conscientemente en cada eucaristía y prolongarlo en la vida.
Fuente: La Liturgia Cotidiana, Ediciones Paulinas.