Reina de los Corazones en cuanto teniendo influencia sobre la mente y la voluntad de los hombres, Nuestra Señora ejerce ese imperio no por una imposición tiránica, sino por la acción de la gracia, en virtud de la cual Ella es capaz de libertarnos de nuestros defectos y atraernos; con agrado y particular dulzura, para el bien que nos desea.
Este materno poder de María sobre las almas nos revela cuan admirable es su omnipotencia suplicante, que nos obtiene todo de la misericordia divina. Y se debe decir: este dominio augusto sobre los corazones representa incomparablemente más de que ser Soberana de todos los mares, de todas las vías terrestres, de todos los astros del cielo -¡tal es el valor de un alma, aunque sea la del último de los hombres!
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