Sr. Nuncio preside festividades en homenaje a San José

srnuncioenuruguay2San José de Mayo, 19 de marzo de 2009.- El Sr. Nuncio de Su Santidad en Uruguay, Monseñor Anselmo Pecorari, acudió a la ciudad de San José, por invitación de su Obispo Monseñor Arturo Fajardo para la eucaristía en homenaje al Patrono de esa diócesis.
La solemne eucaristía se realizó en la Catedral de esa ciudad y contó con la asitencia de numerosos sacerdotes, religiosas y fieles, que colmaron el principal templo maragato.
Transcribimos algunos trechos de la homilía del Sr. Nuncio:
“Ante todo, San José ha sido puesto por Dios para ser el esposo de la Madre de Dios, María. Como compañero lleno de amor hacia la que le ha sido confiada, José aparece como el protector de Santa María Virgen, junto a la cual vivió, en la fe, difíciles circunstancias, en permanente docilidad a la Voluntad de Dios.
En relación al Verbo, Encarnado en la persona de Jesús, San José se constituye en el custodio que Dios Padre ha puesto a su Hijo para acompañar sus años de crecimiento en la tierra, asumiendo el papel de padre adoptivo. Como padre legal, le da el nombre de “Jesús”, que significa “Dios salva”. Su oficio de carpintero, que Jesús va aprendiendo en sus años juveniles, define para los coterráneos de José la identidad misma del Hijo de Dios, que será llamado “el hijo del carpintero”, valorando así la dignidad del trabajo humano (…)
“San José fue sobre todo el hombre de la fe y de la confianza, prudente y silencioso partícipe de los misterios divinos. Vivió escuchando la Palabra, y la cumplió con un corazón dócil. No sabemos cuánto vivió: los evangelios lo mencionan por última vez en la peregrinación de Pascua, cuando Jesús tenía doce años. En silencio se retira de la escena, como en silencio transcurrió su existencia de creyente fiel. (…)
“No podemos comprender la figura de San José si no lo ubicamos en el contexto de la familia que él integraba: la Sagrada Familia. Y el ejemplo de su vida nos ayuda a encomendarle el deseo de que todas las familias uruguayas sepan vivir el divino plan de amor que Dios quiso para el hombre y la mujer unidos en matrimonio.
Seguramente muchos de ustedes recordarán algo que dijo el Siervo de Dios Juan Pablo II, durante su primera visita al Uruguay: “son las familias cristianas las que harán que nuestro mundo vuelva a sonreír”. Con el tiempo transcurrido desde entonces, nos damos más cuenta de que, en Uruguay y en todas partes, la felicidad está íntimamente relacionada con la experiencia del amor fiel, del amor que sabe comprender y disculpar, que sabe perdonar, que se empeña, en la convivencia familiar vivida en la presencia de Dios, en reconocer la voluntad de Dios, como lo hizo San José, y seguir adelante superando las naturales dificultades que pueden surgir en la existencia familiar.
Las familias cristianas, que traerán la alegría a nuestro mundo, rezan juntas. ¿Han pensado cómo habrá aprendido Jesús a rezar de labios de María y de José? Es natural que en las familias unidas por el amor de Dios se bendiga la mesa, por ejemplo, se rece el Santo Rosario, participen todos juntos, sobre todo, en la Misa dominical. Esta tarde le encomendamos a San José que obtenga la gracia de la unidad para todas las familias y, para aquellas y aquellos que están preparándose para el matrimonio, que sepan reconocer con gratitud el plan de Dios y quieran formar una familia según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret “(…)
Fuente: Servicio Diocesano de Comuniación rediocesana@adinet.com.uy
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